aprender, no enseñar. Debe guardar silencio, permanecer quieta (véase C.N.T. sobre 1 Ts. 4:11 y sobre 2 Ts. 3:12). No debe hacer oír su voz. Además, este aprendizaje en silencio no debe ser con una actitud de rebeldía en el corazón sino “con completa sumisión” (cf. 2 Co. 9:13; Gá. 2:5; 1 Ti. 3:4). De buen grado debiera alinearse bajo la ley de Dios para su vida. Su plena igualdad espiritual con el hombre como partícipe en todas las bendiciones de la salvación (Gá. 3:28: “no hay varón
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